“Mientras hacemos música volvemos a vivir todas esas experiencias y ponemos en marcha todas esas funciones sociales. Es decir, averiguamos que es lo que quiere el otro o que intenta o que desea o que cree, sin que nos lo diga explícitamente. Y el resultado de todo ello es esa especie de cohesión social… nos gustamos más que antes, estamos más unidos que antes, confiamos más los unos en los otros, pensamos que los otros nos ayudarán cuando nos sintamos solos o cuando tengamos un problema”.